Hay una mujer que me gusta por sobre las demás.
Desde que me recuerdo, me gustaron muchas mujeres, por rachas.
Pero esta es diferente. Muy distinta.
Me deslumbró cuando la vi por primera vez y, cuando por fin pudimos encontrarnos, me gustó mucho más. Cada vez. Y perdura, con matices nuevos que no puedo contar (ni contarle).
Tengo encima un registro nuevo en el cuerpo y en el alma.
Me puso en un camino nuevo, sin senda de retorno. También decidió irse y me mandó al descenso.
En el medio pasaron cosas (?).
Ella tuvo mil problemas, yo fui muchas veces el que supe ser: armando historias que prometen mucho y se disuelven en el agua. Quizás nos hayamos encontrado para ser pintura y agua y disolvernos de a poco, cambiando todo.
Ya no somos los mismos pero importa poco, somos pasado entre nosotros.
Todo no se puede, es verdad.
Aprendí a vivir y sentir de otra manera. Y casi todas las noches extraño su amor abierto, meterme en sus brazos y la mirada achinada.
Debería intentar ensayar la novedad en otro cuerpo, en otros ojos, en otros brazos.
Y sin embargo.....
Escribí oyendo esto